dilluns, de setembre 12, 2005

 

Una lección de márqueting

Un judío llamado Salomón Bronstein, abre una ferretería a sólo dos manzanas del Vaticano en Roma.
Como publicidad, fuera de su establecimiento, el judío cuelga un enorme crucifijo.
Bajo la figura de Jesús, clavado en la cruz, y pone un cartel luminoso que dice: "CLAVOS BRONSTEIN, 2000 AÑOS DE GARANTÍA".
El escándalo fue mayúsculo. El Monseñor Fanfanni, editor del Osservatore Romano, va personalmente a conversar con el hijo de judea. De la forma más fina posible, el Padre Fanfanni le explica que no se puede usar este tipo de publicidad... y mucho menos en Roma.
El judío, como hombre razonable que es, modifica su anuncio, reemplazando la figura del Cristo crucificado con otra.
Esta vez, Jesús tiene sólo una mano clavada, la otra está suelta, saludando al público. Debajo de la cruz hay un nuevo cartel luminoso que dice: "ADIVINEN EN QUÉ MANO SE USÓ UN CLAVO BRONSTEIN"
El escándalo ahora llega hasta Castelgandolfo. El Papa Juan Pablo II, horrorizado, va en su papamóvil hasta la tienda del ferretero. El papa, con sus trémulas manos, le clama al judío:"Hijo mío, no puedes usar a la figura de Nuestro Señor como efigie de tus anuncios comerciales... por favor, inventa otra cosa..."
El siempre creativo negociante judío coloca una cruz vacía fuera de su tienda, y debajo de ella hay un nuevo cartel luminoso:"SI LOS CLAVOS FUERAN BRONSTEIN ... EL HOMBRE NO ESCAPARÍA!!"





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