dijous, d’octubre 06, 2005

 

Economia -Eoe 1 - Eoe 2 / Escola Garbí - I.Pere Vergés



Si es tan inteligente... ¿por qué no es rico?


Un profesor le dijo a un estudiante:
"Con esas calificaciones usted no llegará a nada" a lo que el estudiante respondió: "Usted estudió mucho y hoy gana muy poco".

Un inversionista, tras escuchar las glorias y conquistas de una compañía, se levantó e inquirió: "Si todos ustedes fueron tan inteligentes, ¿por qué entonces estoy aquí comprando su compañía en quiebra?"

¿Qué hay de cierto en estos argumentos? ¿Qué relación existe entre la capacidad intelectual y la riqueza?
Esta resulta ser una pregunta muy interesante e inquietante en la economía actual.

Una cosa es decir que la inteligencia es el recurso más importante de una persona
-o de una organización- y otra muy distinta es convertir esa capacidad en dinero.

Esta diferencia llevó a considerar una nueva medida del desempeño personal y organizacional: el capital intelectual.
Este término recibió diferentes definiciones, algunas más idílicas y otras más materialistas, pero resumiendo podemos afirmar que es

"el conocimiento que existe en una empresa -o una persona- que se puede usar para crear riqueza y diferenciarse".

Las personas y las empresas no necesitan tener únicamente "capacidad intelectual", sino un saber que pueda desarrollarse, re-alimentarse y compartirse permanentemente para ampliar sus recursos e invertirlos con mayores retornos.
Las estrategias sobre el capital intelectual llegaron para hacer del conocimiento una fuente inagotable de riqueza y competitividad.
Una medida efectiva .

El capital intelectual es una medida que los directivos y profesionales pueden utilizar para planificar sus inversiones, gestionar sus recursos y decidir sus estrategias anuales.
Claro que, para que esta medición sea efectiva, debe orientar acerca de qué buscar, dónde y para qué.

Para ello, debemos distinguir claramente "material intelectual" de "capital intelectual".

Un número de teléfono apuntado en un papel suelto, un informe caído detrás de un escritorio, una idea genial que se le ocurre a un analista durante sus vacaciones, una noticia urgente que recibe un vendedor cuando se encuentra lejos del teléfono, etc., son ejemplos de material intelectual pero no constituyen un "capital intelectual".

"La inteligencia y el conocimiento se convierten en un bien cuando se crea un orden útil a partir de la capacidad intelectual. Es decir, cuando se le da una forma coherente que se pueda describir, difundir, explotar y cuando se la puede emplear para hacer algo que antes no se podía. El capital intelectual es conocimiento útil envasado". - Laurence Prusak –

Esta precisión nos plantea el problema de la identificación y clasificación de nuestras capacidades y conocimientos:

¿Qué materiales debo incluir -y cuáles no- en mi estrategia comercial o en mi plan de carrera?
¿Cómo distingo el capital intelectual de aquello que es pura apariencia, adorno o información anecdótica?
¿Cómo descubro qué sirve de todo lo aprendido y experimentado?
¿Cómo organizo mi inteligencia para hacerla útil, librándola de datos abrumadores, trivialidades e información obsoleta?
De aquí se desprende una lección fundamental:
el capital intelectual sólo puede y merece cultivarse en el contexto de una visión y una estrategia.

Sólo podremos identificar, clasificar y, en última instancia, gestionar el capital intelectual si primero sabemos qué queremos hacer con él.
El punto de partida para convertir el material intelectual en fuente de riqueza, es clarificar qué clase de problemas querríamos resolver o en qué oportunidades nos interesaría concentrarnos.

El capital intelectual no es erudición
Las ideas económicamente valiosas no tienen por que ser eruditas, complejas o expertas.
Las ideas productivas no son necesariamente avances en biotecnología o en tecnología aeroespacial.

En la mayoría de los casos son muy simples y comprensibles, casi "instrucciones" que sencillamente plantean cómo convertir algún recurso limitado en valores crecientes.

Usted y yo no tratamos de descubrir algo que revolucione la ciencia. Sólo tratamos de hacer mejor nuestro trabajo cada día. El capital intelectual está siempre a nuestra disposición, como la agenda, o la libreta de cheques.
Todos lo poseemos, sólo nos falta explotarlo. Una idea que genere riqueza es un sistema de facturación sin errores, una coordinación logística sin tardanzas, un proceso de envasado que requiera cuatro horas menos, una clase de historia que sea una lección de vida inolvidable...

"Al igual que el dinero bajo el colchón, el capital intelectual es inútil si no se usa y circula."









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